El 2020 fue un año complejo, del cual seguimos padeciendo los estragos sociales y económicos e incluso el peligro inminente del contagio del virus SARS-CoV2. Nos enfrentamos a una pandemia sin precedentes en nuestra época moderna. Recordamos, por ejemplo, que hace cien años la humanidad había sido testigo de la gripe española, la cual afectó a más de 40 millones de personas, y se había considerado como la pandemia más devastadora de la historia.
Un siglo después, el virus causante de la COVID-19, provocaba una alarma en China, siendo éste el país que registró los primeros contagios. El resto del mundo observaba cómo el virus iba propagándose y ganando terreno; en pocos meses, los gobiernos impulsaron y aplicaron medidas restrictivas de movilidad, dentro y fuera de sus fronteras.
Con estas decisiones, los automóviles dejaron de circular por las carreteras y las ciudades; mientras que los aviones estaban detenidos en los aeropuertos. De hecho, la Agencia de Energía Internacional (EIA) estimó que en 2020 el mundo usó un 6 por ciento menos de energía, lo que a su vez redujo las emisiones de dióxido de carbono; lo anterior equivalió a que se dejara de utilizar toda la demanda energética de India.
En redes sociales circularon imágenes en las que el agua de los mares se veía más cristalina, mientras que los animales paseaban por las ciudades sin personas a su alrededor. Además, con el paso de los meses y con la reapertura paulatina de las ciudades, algunos gobiernos comenzaron a tomar medidas más amigables con el medio ambiente, por ejemplo, en París se comenzaron a habilitar 650 km de ciclovías y en Milán se anunció un plan para reducir el uso de autos y priorizar el uso de bicicletas.
Pero ¿en verdad estamos emprendiendo acciones para cuidar el medio ambiente y enfrentar las consecuencias del cambio climático? Algunos dirían que la pandemia agravó la contaminación por plástico; el Banco Mundial ha alertado sobre la relajación de las medidas para desestimular el uso del plástico, así como las relacionadas con la economía circular.
Y es que, el uso de mascarillas, guantes, protectores faciales y otros artículos de protección- los cuales sin duda son imprescindibles en la gestión de esta crisis sanitaria- han incrementado exponencialmente los residuos plásticos. Estudios señalan que las ventas globales de mascarillas desechables podrían haber alcanzado unos 166,000 millones de dólares en 2020, un aumento de 200 veces en comparación con 2019 cuando se vendieron 800 millones.
En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que, de no tomarse medidas adecuadas para el reciclaje, más del 70 por ciento de este plástico terminará en océanos. Sumado a que 2020 fue uno de los tres años más cálidos de los que se tiene constancia. Por lo que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres ha señalado que “este es un año crucial para el futuro de la humanidad ya que nos encontramos en un punto de quiebre”.
Sin duda, la pandemia ha traído cambios en los hábitos y en las políticas públicas alrededor del mundo; pero la lucha por el cambio climático aún continúa siendo un tema pendiente. Al respecto, el Fondo Monetario Internacional puntualiza que esta pandemia nos presenta oportunidades para poner la economía en un camino más ecológico al impulsar la inversión en productos ecológicos y resilientes.
Mantengámonos alertas a la próxima conferencia climática que tomará lugar en noviembre de 2021 en Glasgow, Escocia, en donde los líderes mundiales discutirán el futuro de los compromisos asumidos en el Acuerdo de París de 2015.
¿Y tú cómo contribuyes para combatir el cambio climático?
